lunes, 13 de abril de 2009

El contexto internacional

En 1783, tras un período de guerra, Estados Unidos consiguió su independencia y creó un sistema político liberal inédito en Occidente, basado en una constitución que promulgaba la separación de poderes. En 1789 estalló la revolución que podrían fin al antiguo régimen en Francia. En esta se sumaron las ideas ilustradas, la búsqueda de poder político de los burgueses y una crisis económica que afectó a los sectores populares. Con la Revolución Francesa terminaron los privilegios de la nobleza, se elaboró una constitución y se firmó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, basada a los principios de libertad, igualdad y fraternidad, y de soberanía popular.
En 1799, Napoleón Bonaparte, quien había conducido con éxito la guerra francesa contra Prusia y España, dio un golpe de Estado y fue nombrado jefe del gobierno francés. Su poder creció rápidamente y en 1804 se coronó como emperador. Entre otros hechos, Bonaparte invadió España y desencadenó una guerra civil a favor de la independencia, con lo cual creó un vacío en la administración de las colonias. Este vacío se unió al descontento de los criollos, que- en los distintos espacios americanos- se sentían relegados de los cargos públicos y del poder político, y favoreció las revueltas protagonizadas por los indígenas, poco dispuestos a seguir aguantando la sobreexplotación. Para entonces el influjo de las ideas ilustradas había llegado a través de distintas vías al continente. El ambiente para un proceso independentista estaba dado, y Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, anteriormente competidores de España por el control del comercio americano, estaban dispuestos a apoyarlo militar económicamente.

La caída de los obrajes

Hacia fines del siglo XVII empezó la crisis del sector textil. Esto se dio en parte por la caída de la producción de plata de Potosí, que se agudizó entre 1700 y 1750, cortando drásticamente la demanda de telas. También influyó la disminución de la mano de obra indígena por la sobreexplotación a la que estaba siendo sometida. La crisis textil generó una mayor desarticulación del espacio de la Audiencia haciendo más evidentes y profundas unas diferencias regionales que duran hasta nuestros días.
La Sierra norte rearticuló la producción textil hacia el mercado de Nuevo Granada. Pero fue la producción diversificada de la gran hacienda orientada al mercado interno, representada emblemáticamente por los complejos hacendarios jesuitas, la gran protagonista de este período.
La Sierra central fue la más golpeada por la crisis y sufrió la emigración de la mano de obra y el cierre de sus obrajes que se desplazaron a la Sierra norte. Por su parte, la Sierra sur se mantuvo a flote con la explotación de cascarilla, para la fabricación de medicinas y otros usos, de Cuenca y Loja. En la región de Guayaquil crecieron las exportaciones cacaoteras, que más adelante consagrarían a la región a la agro exportación. Esmeraldas y el Oriente seguían siendo zonas económicamente marginales.